10 abr 2015

Perdido

Creo buscar perdidos objetos que no hallaré. La misma verborragia se pierde al intentar describirlos, aunque no cesaré de ir tras ellos, de profanarlos equitativamente detrás de luciérnagas de vapor.
El bosque perdido mostraba silogismos ecuménicos de equidistantes permanencias erráticas. El mismo bosque encerraba toda dependencia junto a trapacerías que una vez pude haber deshecho. Pero no, no hubo en él misericordias divinas ni terrenales. Se mostraba disperso para domarlo, eficaz en ocultamientos con pertrechos de aguas oscuras.
Temía perderme cuando las rarezas de insanos insectos devoraban las huellas, tus marcas y las mías: nuestro legado arqueológico. Temía hallarme desconsiderado ante tales reticencias hasta acobardarme, identificarte y palabrear direcciones.
Pero temo, y el bosque se abre en desérticas asunciones que jamás haya considerado. El bosque sos vos, digo; y durante la bacanal búsqueda las cenizas de los objetos perdidos dicen que no habrá jamás elementos hechos para ser hallados. Yo sé que aventurándome podría replicarle sobre desacuerdos, aunque prefiero callar, fundirme en la selva y denominarme súbdito de un séquito inmortal.