Afluye la sangre entre
estrópicas venas contribuyendo a despertar ocasos. La muerte semeja cercanismos
absolutos de sustanciales recaídas; pero todo, todo el cuerpo se expande
delatando figuras por venir.
Hidratado, voy hacia un
término, hacia un fin, hacia un descampado. Pueblo en él la sangre cayendo con
desváricas afrentas sin compromisos de por medio. Solo atribuyo la acción a un
destemple, a un frenesí, a un logaritmo insalubre por andar, por andar y andar restregando
mis venas sobre el pavimento.
He caído, ya no más andanzas,
ya no más vituperables efectos de esa sangre desplomada. Caigo sobre la
abstinente causa eficientemente carcomida de revolver y retrotraer anillos de
humo áspero. Y las esperas, las demandantes expectaciones por verme suturado,
hacen de mí una cláusula hiriente.
Pero, caído, sangro derramando
ríos de muerte que se equipararán a tormentas glaciales convirtiéndome en quien
ha sangrado el llanto de los dioses.