6 sept 2014

Eterno resueno

Melodiosos conceptos arriman tenues búsquedas. Mimetizando los espacios reúnen un sinfín de monosilábicas vocales para el trueno de los vientos. No sé si acercarme, no sé si despertar maniobras de un mítico clan de novedades. Pero sí sé que estas ruinas sedientas beberán toda la sangre cuando aún no seque mi cuerpo con la tibieza de los anuncios.
Deberé marcharme mientras viva; o quizás derretirme en el fuego del umbral donde los espantos comienzan iniciando una muerte cariacontecida. No hay preámbulos en la sonata de las puertas. No hay puertas. Y, entre las piedras del ocaso, irrumpen silbidos de ferocidades por venir.
Deberé irme mientras pueda; o tal vez secar cada vena en la solidez de una brisa que malévolamente yace aguardando mi último paso. No hay desidia en mí. No hay interés. Puertas y ventanas abiertas en esta caverna asoman riendo por el claustro existente hasta desafiarme.
Entonces voy. Me voy. Dejando ciertas pesadillas detrás me voy para no arruinar las pasarelas de los olvidos donde quepa mi cripta al revivir. Entonces voy, alarmado, hacia la procedencia de una melodía cantándome susurros de una boca que refleja acechanzas por no morir una vez muerto.