29 jul 2014

Piedra

Piedras de angostos océanos, rugen.
Hablan la lengua de las profundidades
donde nada es oblongo ni marchito.

Piedras de secas tierras, rumian.
Dicen de caerse hasta las alturas,
un alto donde convergen las insanias del polvo.

Concreto una marcha, un resultado,
y la misma piedra vive en ambos lugares;
aunque triste, aunque desposeída,
de su fuego ubicándola.

25 jul 2014

Lúgubre

Los caminos rodean circunferencias desde un rincón hacia otro. Lo mirado es antagonista, discrepante, molecular y explosivo. Pronto no estará, se irá desde las cláusulas de un tenaz escapismo.
Pero esos caminos deben ser míos, deben pertenecerme. Toda idea sobre ellos se insinúa crepusculante frente a mí, y yo me veo dándoles una y otra vuelta en busca del fin. Pero no sé si adueñarme de lo público, de lo ajeno, de lo circular. Y convengo: nada me detendrá en hallar ese final, esa despiadada confrontación de mis años de búsquedas.
Los caminos son circulares, a mí no han de pertenecerme; es que yo no soy como ellos. Yo transito andares hasta concluirlos, y los círculos se multiplican, y se detienen para que los observe.
Ante mí, un círculo; ante mí, un movimiento de la réplica de su anterior. Concreto me disipo, vuelco cayendo hasta las irradiaciones de las periferias. Pero no, caminaré hasta saberme concluso.
Doy una vuelta, doy otra, y en las inmediaciones temporales recorro todo andar hasta saberlo cúlmine. La línea del fin se arrastra sobre una tortuga hasta el origen de los vértigos. Y caigo, muero, sabiéndome designio de esas constantes formas.

17 jul 2014

Otra mirada

Me senté en la piedra apoyando la espalda
en los líquenes de un árbol hendido.
La mirada huida
al manto inerte que asciende.
Sabor que no hubiese.
El olor de los huecos.
Deseos.
Sentí el vértigo del suicida.
Respiré la vida,
quizá por última.
La mano yerta.
Piel vacía.
No hay más alma que la perdida.
No hay más llanto que el silencio lento,
roto por la noche de una cicuta no bebida.
Santidades.

15 jul 2014

Las varas

Sufría, una vara, alejada del resto presagioso. Era la última hecha, sus patrones y sus mandos convergían entre finos hilachos de poder. Y, en uno de sus extremos, se hallaba el secreto de los armados.
Nadie estimulaba las procedencias de las costumbres; nadie hacía oscilar ante dibujos dérmicos las pieles de las cebras, y esa vara, la póstuma, releía una y otra vez, la magia de las creaciones. Entonces debía ser vista, mucho tiempo después, debía ser adueñada u ofrendada a quien la pudiera manipular. Porque manejarla no era cuestión de muchos; y, mientras, en la vara aumentaba su magia.
Pero prontamente el resto de las varas la ocultaron, humedecieron y enterraron su cuerpo donde jamás sería visto, donde nadie la utilizara.
Bajo los escombros reinó un imperio de artilugios, un comando, un ejército, y ningún esclavo; salvo aquella última vara que esperaba una mano para deshacer el mundo.

6 jul 2014

Prematuralidades

Huyen los entes antes de su parto. Son caminantes bajo cielos sin noches; son evacuaciones de medidos contrasentidos, los cuerpos, corriéndose de lado a lado hasta quebrarse.
Hay vientos secundarios entre las fauces de una flor centrípeta. Hay un encuentro de salutaciones ante cada quién, y en los mismos escabulleos por salir antes, hay huelgas con sentires volcánicos.
Cada parte de sus voces emite con sarcasmo un inicio superlativo, emisario, tangible; y más de uno colabora por retener las infinitas vicisitudes de las fugas. Pero afuera de cada mano se libran despertares con un solo furtivo momento escapándose. No sé si volverán, no lo creo; pero sí veo ante las ausencias de las presencias inmodificables, libertarias injurias sabiéndolas detractoras contra las nubes de las neblinas más enojosas.
Espero que los glaciares retornen, aunque no lo haga su presión, su ira blanca, su cuerpo demoliéndose hacia los fondos marítimos. Espero que vuelvan los idos, cada fugado y mentor en singulares estropicios. Aguarda, la espera, una vuelta para volver a partir.