Corrompido cuerpo, te yergues
inmuto.
Son las aves de tu musculatura
quienes depredan pieles;
plumíferos atentos, cautos que
harán huecos en cráneos dibujados sobre palmas socorristas.
Desconozco tu cabello,
tu tez y tus órganos.
Pero tras la inmadura hoja
dibujada sabré verte, torso, planeado a morir.