Derruyen los fuegos los plenos
y vacíos del inequívoco universo. Desgarran cada parte de sí, cada minúscula e
ínfima objetividad; cada mayúsculo trino, cada cosmos. Y desde dentro hacia
fuera, derriten la concéntrica velocidad de los carnívoros. Porque eran tres
las lenguas sueltas, y uno el objeto, y habían decidido devorarlo, subsumirlo
entre lavas de un mismo orden de jerarquías disolutas. Y lo habían desintegrado
convirtiéndolo en vapor ufano de especies cóncavas, diminutas. Sin embargo los
planes de las lenguas son otros: moverse, auxiliar y destruir los peces que una
vez más deciden enfrentarse contra las molicies de un tiempo asustadizos. Son
excentricidades dentro de una pecera dada las longitudes del universo entero
cejando cielos hacia coordenadas designadas por los peces. Y son derruiciones
de espanto, de carencia de vida y alimentos, de vacua estirpe encerrada y
longevas divagaciones amputándolos. Es que en los montes no podrán sobrevivir,
no podrán ni identificarse con sus semejantes ni darse contra vuelos de aves
captoras hasta mitades de sufrimientos. Y en las vecindades, nada parece restar
sino el espejismo de una certera víctima dándose ante nosotros trepando,
cariaconteciendo ese fuego que disuelve hasta las mismas entrañas de los peces
que son y serán medida de lenguas de fuego por siempre entreteniéndose.
Entre el caos y el orden delgadas fronteras se proponen indivisas con palabras con sílabas con vocales y consonantes.
30 oct 2013
28 oct 2013
Escorpiónico
Dejan de traducirse monólogos
melindrosos
cuando un veneno se hunde,
se une,
fragua violento espasmo hasta
derribar.
¡Unite, escorpión, a mi
muerte!
Unite a mi tumba,
a mi prolongación.
Aunque
antes, mucho antes,
uní a tu veneno la visión de
ser parte de tu estirpe mortal,
escorpiónica.
20 oct 2013
La grieta
En horizontalidades de
planicies rectas, una grieta provocaba precaución. Intacta verbosidad de
tropiezos hacían de ésta un tremendo animal fulgurando víctimas; culminando en
polvo, en estragos de otras noches silabeando nutrición.
Las estelas de un mar tenue la
habían causado, ante la dimensional nocturnidad palaciega, sobre los espasmos y
ante los cabizbajos refunfuños de partidas inicuas. Para advertirte, para
precaverte de nociones difusas donde cada racimo de otoños la coagulaban
mísera. Y para consolarte, víctima de naufragios.
Un hombre caía, una mujer
caía. Ahí, ahí donde nada aguardaba permanecer despierto, se dormían días entre
atardeceres con mañanas de precámbricas lucideces. Todo paseante caía en ésta,
en esta grieta; todo caminante continuaba su recorrido sumergido en el énfasis
de días primerizos y augustos debajo de las tierras. Y nadie se conglomeraba a
través de sus embates, nadie se protegía ante los rugidos de quienes ya habían
caído y profetizaban una muerte lenta dando paso tras paso bajo el lodazal qué
mezcla, qué sopor.
Pero detrás de tantos cayendo,
la grieta se ocultó, se tapó. Y los caminantes pasearon sobre hombres muertos
inadvirtiendo el agujero donde habían ensoñado sus miramientos como visitantes.
Pero el hoyo cayó, se divisó
su atenuante y se vieron sus molicies. Nada había promovido la desunión de los
cuerpos abatidos por la soledad de una ruptura. Y ningún hombre pudo escapar, y
ocupó su lugar bajo tierra, en la aún mayor grieta hecha.
Pero los días atravesaron
vendavales y las noches sus añoranzas, y los ríos, los lagos y el océano cupo
en la grieta deformable hasta hacer partícipe a todas las etnias conviniendo un
preludio de sinfónicas matrices devorándolo todo. Y el mundo fue una grieta, es
decir, varias, pero originadas en la primera, la carnívora.
Entonces, ya bajo la flamante
convicción por deshacerse de los hoyos, todos los obturaron con sus cuerpos
mediante. Hasta había animales persiguiendo a sus dueños. Entonces, ya nadie
volvió a ocupar aquel suelo terrestre, aquella vuelta sobre sí de lo dado
muerto por los allanadores de la grieta.
14 oct 2013
Segmento de curva
Se redondea la perimetría de
una curva mientras se alargan falanges hasta ese ámbito circular. Convertida en
círculo, se desarma hasta reafirmar esos dédalos de espuma clarividente; y es
más: es circuito, paréntesis de una frase oblonga y término sagaz de las
cúpulas donde fingirse prematuro es rastro permitido.
Largos extremos parten pero
son prohibidos, por no ser círculo, por no ser geometría, por no ser final
encuentro entre documentales espasmos en eternidades componiéndose. Y larga
marcha es extendida hasta desafiarse posible ante los andares curvos de las
rotaciones, torsiones y ventosidades en otras partes carentes.
Pero es posible un cambio,
otro devenir –una impostura- cuando el segmento no se extiende y puede
verificarse curva entre extremas curvas de un curvo radio por torcer.
12 oct 2013
Carnívoro
Espera,
tantas dentaduras quitadas
exponen las millonésimas mordeduras,
tanto grito, tanto júbilo.
El caníbal espera,
tantas presas por capturar
deciden las milésimas secundarias de una mandíbula hambrienta,
tanta gritería, tanta
destreza,
tanta carne, tanta rabia,
son
tanto poder, tanto coraje,
tanto poder por demoledor y
tanto coraje por acechante;
tanto poder, tanto coraje,
son
colmilladas al aire de un
endemoniado frenesí intacto.
7 oct 2013
Ley
Guarda un minúsculo el
anfitrión,
teme perder, ser quien
desenvuelva la discordia;
para razonar, para emplear
nuevos trámites sin hambre de cantos ovíparos.
Temores de una sola lengua,
temores de una misma caricia,
temores entre los locuaces,
serán
los
mismos.
Temores de una sola pérdida,
temores de un mismo golpe,
temor:
elocuente esfinge destinada a
servir de séquito diurno entre almizcles existenciales,
serán
los
mismos.
Guarda una cizaña el
anfitrión,
teme perderse mientras su
discordia cree ley y lo dispute legista.
1 oct 2013
Tus mentes
Deificados agujeros,
sus notas penden entre
maniobras de un solo tejedor;
sus cuentas arriman la única
senda entre calculosos quiebres.
Denigrados agujeros,
cada vehicular llano estima
bifurcaciones ante la serenidad de un estambre;
cada hoyuelo deja rastros en
sí,
detrás de sí,
en sí mismo y adecúa instantes
por venir austeros.
Esqueléticos agujeros,
un hueso se encima hacia la
búsqueda de su órganon mausoléico donde pisar mimbre desalienta tus mentes sin
siquiera un bosquejo inapto de una errante idea dándose unívoca.
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